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Así no, mi estimada Vicky, así no

Desde hace días estoy mortificada.  Es como si se hubiera materializado lo que por algún tiempo temí que me podría suceder.  Le sucedió a Vicky Dávila, una colega quien a pesar de haber visto personalmente una vez, nuestras ocasionales conversaciones telefónicas se convirtieron en charlas de solidaridad profesional en las que he percibido al otro lado del celular, a un ser cálido y sensible frente a la naturaleza humana.  Solo que esta vez no puedo ser solidaria.

Siempre pensé que Vicky, independientemente de su línea editorial, representaba a la mujer valiente, profesional, directa, que se abrió su propio camino a pulso y con disciplina, lo cual le ha dado la posibilidad de reinventarse.  También deduje que algunos de sus trabajos periodísticos que la involucraron en controversias y escándalos eran, en parte, el reflejo de la ausencia en muchas de nuestras salas de redacción, de precisos códigos de ética periodística, y que ese vacío la había convertido en una víctima que sucumbía ante el poder que otorga un micrófono en los tiempos del cuestionable periodismo de espectáculo.

Pensé que con sus tropiezos profesionales tenía aprendidas importantes lecciones sobre los valores y límites que impone este oficio.  A ti, mi estimada Vicky, te digo con sincero aprecio: fue vergonzosa e indigna la manera cómo manejaste la entrevista con el vocero presidencial Hassan Nassar.  Ese periodismo grosero, arbitrario y engreído, no nos representa.

Video de la entrevista

Habría sido muy fácil rebatir los argumentos de hipocresía que esgrimía Hassan.  Ya tenías listos sus tweets cuando en el pasado criticaba en términos burlescos lo que ahora el portavoz presidencial quiso defender con cierta soberbia.  Esos trinos eran tu mejor arma para desenmascararlo.

Resultaba aún más fácil responder a la zancadilla que te tenía preparada con muy mala intención y prepotencia cuando el Alto Consejero para las Comunicaciones del Gobierno de Iván Duque te recordó que tu esposo te acompañó en un viaje en el avión presidencial cuando fuiste invitada por el entonces presidente Juan Manuel Santos.  Le debiste haber dicho que ese era un viaje para atender un asunto de Estado.

A esos eventos de interés nacional, generalmente los mandatarios invitan a personajes de la vida nacional con sus acompañantes, y tú eras uno de esos personajes.  En este caso, como lo alcanzaste a explicar en tu programa, el avión no se estaba utilizando para un evento social de la familia. Se trataba, nada menos, que de la santificación de una ciudadana colombiana.

No entiendo por qué te sentiste agredida con la pregunta de Hassan, a quien, por cierto, no conozco ni tampoco pretendo defender.  Este funcionario utilizó unas tácticas rastreras al desempolvar documentos del pasado para fundamentar su defensa atacándote con lo que él llamó doble moral.  Sin embargo, esta oscura estrategia de Hassan para nada justifica tu irrespeto al atacarlo con ferocidad. Me niego a colocar en un mismo plano de responsabilidad tu comportamiento con la cuestionable conducta del vocero gubernamental.

Fue absolutamente repudiable verte perder el control sin argumentos, y de una manera poco profesional escucharte recitar toda clase de improperios e insultos para demostrarle a tu interlocutor cuánto lo desprecias por atreverse a formular unas preguntas incómodas.

¿No es eso para lo cual los periodistas estamos entrenados? ¿Quién dijo que nuestros invitados no pueden también plantearnos preguntas incómodas? Esto último era predecible, porque estabas hablando con otro periodista que, además, conocías bien. Pero se te fueron las luces.  La oscuridad te hizo perder la razón y la capacidad que tenemos en este oficio de reportar los hechos tal como sucedieron y apegarnos a la verdad.

La labor del periodista constantemente está expuesta ante nuestra audiencia -a la que nos debemos- lo cual nos compromete a ser profesionales y desempeñarnos con altura y responsabilidad.  Cualquier ser humano, incluyendo algunos de los detestables interlocutores de nuestras entrevistas, merece respeto y ese es un valor básico que debe prevalecer en cualquier interacción de nuestra vida diaria, y en este asunto tan elemental, estimada Vicky, has perdido la brújula y has contribuido al desprestigio con que se acosa a tantos periodistas.

Intentaste hacer un acto de contrición cuando al final de la emisión pediste perdón a tu audiencia por el bochornoso altercado, pero debo decirte que eso fue lo que más me entristeció.  Aun con cabeza fría, deliberadamente subiste la apuesta de los insultos, seguiste denigrando a tu entrevistado y lo volviste a ofender.  Como si fuera poco, justificaste tu indecencia verbal con argumentos falsos, haciéndonos creer que hablabas de Hassan cuando tus propias críticas en su contra aplican al mal comportamiento que protagonizaste en la entrevista.

Así no, mi estimada Vicky, así no.

Recomiendo ver hasta el final este video con las disculpas de Vicky Dávila
https://www.semana.com/nacion/multimedia/vicky-davila-se-disculpa-con-la-audiencia-pero-mantiene-posicion-frente-a-hassan-nassar/651573

92 Comments

  1. Mi muy respetada Patricia la nota me pareció llena de reflexiones y comentarios acertados de una colega y tal vez amiga, hacia otra.
    Lo que no logró entender es por qué hacerla pública. Hubieses contribuido más enviándosela en privado y sólo a ella?

  2. GRAVE pero muy grave que mí bella y admirada periodista se rebaje a este punto por algo tan sencillo…ella está para cosasas importantes.mmm…que mal ejemplo le dan al país…ambos están diciendo de dónde son sin preguntarles.. Pelaron el cobre…lo único.bueno es que la VIKI.ES MAS LINDAVE INTETESANTE CUANDO SE ENOJA….QUE MIEDO…

  3. Admirada Patricia, cuando en ocasiones asisto a mesas de resolucion de conflictis reflexiono sobre situaciones hasta dentro de la familia para dar un manejo diferente dentro del respeto fisico y de pensamiento. Hoy es triste pero antes de dar mi opinion o compartir prefiero chequear varios portales, aunque muchos son el mismo texto y hasta el registro fotografico un gran copiar y pegar. Ahora bien, sinceramente tener la confianza en un periodista, en una edicion o medio para nada en absoluto los intereses, la imparcialidad y hasta la pesima redaccion es lo que los identifica.
    Patricia, estas en otro nivel, una persona y profesional madura, aterrizada, sin tapujos pero con porte, postura, clara, directa decente y hasta en un tono de voz seguro en lo que transmites, manifiestas y plasmas. Soy madre soltera y en estos momentos ama de casa pero eso no me impide leer, escuchar, orar, comprender y alimentarme espiritual, fisica y estar enterada diariamente, respeto opiniones asi no comparta dentro del marco de la democracia, los colores y el sentido comun prefiero esforzarme por la tolerancia. Y esta nota me agrada ni a un lado ni al otro, asi es, los amigos verdaderos son los q nos dicen que es correcto, a mejorar o que esta pesimo.

    Un caloroso abrazo, bendiciones, salud y prosperidad.

  4. Absoluta y completamente de acuerdo. No es cuestión de solidaridad sino de exigirnos llevar nuestras profesiones al plano del deber ser, de la ética y la responsabilidad con la sociedad a la que supuestamente debemos servir desde el periodismo, independiente del género.
    No era una conversación entre pares, era una entrevista entre una periodista y un funcionario público y no se nos puede olvidar que nuestro deber siempre es el de preguntar aunque eso incomode, pero en cambio el entrevistado no está en obligación de responder o de responder lo que yo quiero oír y ahí, cuando eso ocurre es cuando se debe hacer gala de nuestro profesionalismo para manejar las situaciones con altura y de retomar las riendas de la entrevista para alcanzar el resultado que se persigue.

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