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El aliento fresco del uribismo

Las encuestas dicen que va a ganar Iván Duque.  Esta vez les creo y el sentido común también me lo anticipa.

El senador del Centro Democrátivo ha sido un candidato elocuente, con planteamientos estructurados  y con coherencia en sus propuestas a lo largo de la campaña; pero además no ha cometido errores, ni ha  sido el centro de grandes controversias que polarizan al electorado. 

Aunque muchos quisieran  dejar intactos los acuerdos de paz, y escucharle políticas de apertura  en temas como el aborto, el consumo de marihuana y el matrimonio gay, las principales críticas de sus contradictores no son a sus propuestas.

El énfasis del rechazo es por su uribismo y el lastre que arrastra; léase parapolítica; falsos positivos, chuzadas, yidispolítica, corrupción y sus  relaciones non santas con el paramilitarismo y el narcotráfico.

Duque me dijo que quiere que el país le de la oportunidad para demostrar que esa Colombia quedó atrás.  A difencia de Alvaro Uribe que entra en cólera y polariza, Duque habla de consensos y diálogo para acordar las grandes reformas que el país necesita. Es un contendor que le trae aliento fresco al Centro Democrático.

El mismo día que lo entrevisté,  también conversé con el izquierdista  Gustavo Petro.  Ambos me hablaron en primicia para Univision un día después de la primera vuelta electoral y el contraste no podía haber sido tan marcado.

           

Duque me recibió en  un hotel de 5 estrellas.  Petro en su modesta oficina.

Duque llegó acompañado  de asesores de medios y de imagen;  Petro estaba solo en una salita de juntas hasta donde me condujo su amable esposa, quien nos recibió en la puerta de entrada.

Duque tenía la sonrisa de un ganador y saludaba con entusiasmo a nuestro equipo de producción; Petro consultaba una computadora personal y tenía una apariencia sombría  que proyectaba una mezcla de preocupación, reflexión y estrategia.

Durante la entrevista, Duque se mantuvo en su discurso electoral con algunos matices; Petro convenientemente cambió una buena parte de su discurso.

Después de proponer una constituyente, hablar de expropiaciones y negarse a señalar a Nicolás Maduro como un dictador; Petro, con el ojo puesto en la elección de este domingo necesitaba moverse al centro.  En la entrevista se encargó de echar reversa en estos puntos cruciales de simpatía con el chavismo que tanto daño le hicieron a sus aspiraciones presidenciales.

En la medida en que la crisis venezolana se agrave, también se afectan las posibilidades presidenciales de Petro.  El candidato de la Colombia Humana tardó mucho en distanciarse de Nicolás Maduro y acusar a su régimen del desastre en que se ha convertido Venezuela.

Tampoco le ayuda que los principales beneficiarios del acuerdo de paz que defiende, estén representados por líderes desmovilizados a los que encuentran negociando el envío de toneladas de cocaína para el Cartel de Sinaloa.

Petro es un político brillante; con planteamientos igualmente estructurados.  Tiene un discurso de rebeldía que atrapa a los jóvenes y a los sectores de menores recursos;  se agranda en la tarima de campaña y moviliza masas; pero lo traiciona esa estrategia opaca y electorera que lo vuelve camaleónico y esa actitud temeraria con la que denuncia un fraude masivo o anticipa la guerra si gana Duque.

Si el domingo el candidato de la derecha es el próximo presidente, quedará demostrado que Duque comienza a brillar con luz propia. Por más apoyo uribista que tenga, no cualquiera llega a la presidencia un año después de ser casi un desconocido para el país, enfrentado a candidatos con años de exposición política y gestión de gobierno.

Y si de verdad quiere demostrar que la Colombia corrupta y criminal será parte del pasado, tiene que cumplir su promesa del “que la hace, la paga” y permitir que la justicia avance; así le esté pisando los talones al propio Álvaro Uribe, su padrino político.