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Víctima de su propio invento

Era previsible que terminara la elección y cayéramos en este lamentable escenario. La combinación de unos resultados reñidos en algunos estados decisivos y un mal perdedor que denuncia un falso fraude generalizado e intenta revertir los resultados a través de las cortes de justicia.

Al fin y al cabo ese ha sido el modus operandi de Donald Trump. El presidente y sus empresas estuvieron involucrados en, al menos, 4.095 litigios a lo largo de tres décadas, según una investigación del periódico USA Today (https://bit.ly/38BfYvD). La batalla esta vez es por el voto por correo y no comenzó tras conocerse el resultado que le dio la victoria a Joe Biden. Se inició mucho antes.

Con la llegada de la pandemia, ambas campañas se enfrascaron en centenares de enfrentamientos legales en torno a este voto ausente, como se le conoce. Unas 496 demandas judiciales se presentaron en diferentes estados, de acuerdo a un estudio conjunto de la Universidad de Stanford y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (https://stanford.io/38zHTfd).

Los demócratas, en su mayoría, buscaron que los jueces facilitaran el voto por correo. Querían simplificar los formularios de votación, extender el plazo para el escrutinio o reducir las razones por las que se anula una boleta electoral. 

Los republicanos, en contraste, argumentaron que disminuir las salvaguardas del voto y flexibilizar los procesos, facilitaría el fraude. Solicitaban, por ejemplo, que los votos por correo tuvieran la firma del votante y de un testigo. Ambas partes contaron con sus triunfos judiciales, pero en muchos casos prevaleció el espíritu democrático de simplificar el acceso al derecho constitucional del sufragio.

El voto por correo siempre ha sido una opción atractiva para los estadounidenses. Este año con más de 237 mil muertos y más de 10 millones de contagios por Covid-19, la mayoría de los electores por miedo al virus prefirió sufragar antes de los comicios para evitar aglomeraciones o evadir tener que presentarse físicamente a las urnas. 

La avalancha de millones de votos postales se confirmó. Más de 100 millones de personas votaron antes de la elección, en forma presencial o por correo. Esto es más del doble comparado con las elecciones presidenciales de 2016 cuando 47 millones de estadounidenses sufragaron de manera anticipada.

El fraude inexistente

Fue precisamente hace 4 años, tan pronto ganó la presidencia, cuando se conocieron las primeras denuncias de fraude de Donald Trump. Dijo que había perdido el voto popular – cerca de 3 millones de votos menos que Hillary Clinton – porque se había cometido un fraude masivo con los votos por correo y millones de electores habían votado ilegalmente.



Para intentar probar sus denuncias, el mandatario estableció una comisión para investigar la supuesta irregularidad. Meses después, el grupo se desintegró sin que pudiese encontrar alguna evidencia de fraude sistemático.

Este año cuando, en busca de su reelección, el presidente Trump volvió a fustigar el voto por correo, reiterando que facilitaría un fraude masivo, la campaña presidencial emitió un comunicado que mencionaba una serie de incidentes, citando un reporte de la Fundación Heritage, de corte conservador, en el que se registraban 1.071 irregularidades durante décadas (https://bit.ly/2JQ4DgB). Ni siquiera en un solo año, en un solo estado, esa cifra sería representativa de un fraude. Esto confirma que la incidencia en el resultado es más que ínfima.

Otro estudio del Brennan Center for Justice, un centro de pensamiento de corte liberal, determinó que el porcentaje de incidentes fraudulentos en las elecciones estadounidenses es de 0.00004% y 0.00009% del total de la votación (https://bit.ly/2UrPzrT).

A pesar de que la desbandada de su propia comisión y las cifras lo desmienten, el presidente siguió cuestionando la integridad de la elección durante la campaña, y les pidió a sus seguidores que fueran a votar en persona porque, según dijo, el voto por correo era muy peligroso. Tampoco se comprometió a aceptar el resultado si no le favorecía.

Mientras tanto, su contrincante Joe Biden insistía en que la gente votara de manera anticipada o por correo. No era para sorprenderse que la mayoría de estadounidenses que votó anticipadamente o por correo lo hizo por Biden, y los que votaron el día de la elección apoyaron a Trump.

En varios estados en disputa se contaron primero los votos emitidos el día de los comicios y después aquellos emitidos por correo. Por esa razón cuando comenzó el escrutinio, el presidente iba liderando el resultado, pero al comenzar a contarse los votos postales, Biden lo sobrepasó.

Sin evidencias

El presidente ya había preparado el camino para un escenario con un resultado adverso. Aprovechó, una vez más, para poner en duda la integridad de la elección y hablar de un fraude. En Twitter escribió que había ganado, que le estaban robando la elección y en un mensaje desde la Casa Blanca dijo que se había cometido un gran fraude.



Anticipó que se presentarían litigios y que quizás llegarían a la Corte Suprema de Justicia, donde tres de los nueve magistrados fueron nominados por él, inclinando la balanza de la justicia hacia los conservadores (https://youtu.be/d8I0nDufM1k). 

El problema es que no presentó ninguna evidencia para una acusación tan grave, y a decir por los hechos, todo indica que no existe. Hasta ahora, nadie ha mostrado pruebas de irregularidades en decenas de miles de votos como para cambiar el resultado. 

El equipo legal de la campaña republicana ha formalizado demandas en los estados donde Trump perdió por una pequeña diferencia, pero muchas de esas querellas ya fueron desestimadas por los jueces por tratarse de incidentes menores que no se pueden comprobar y tampoco afectan muchos votos. En algunos casos los jueces han dicho que los argumentos de los republicanos corresponden a especulaciones o rumores. Es decir, que no han suministrado evidencias que prueben sus reclamos.  Veamos algunos ejemplos.

Sin pruebas del “fraude”
Pensilvania

Fue el estado que selló la victoria de Joe Biden. Aunque en 22 de los 50 estados el plazo para recibir los votos por correo se extiende más allá del día de las elecciones, la campaña presidencial se ha enfocado en Pensilvania porque permite recibir votos hasta tres días después de la elección y es un estado que Trump necesitaba ganar.

Congresistas republicanos de la legislatura local llevaron el caso hasta la Corte Suprema de Justicia, luego de que la Corte Suprema del estado de Pensilvania había autorizado recibir los votos después del cierre de las urnas. En una decisión de emergencia, uno de los magistrados del máximo tribunal, Samuel Alito, ordenó que se apartaran unos 10 mil votos que se recibieron después del 3 de noviembre, y que no se incluyeran en el conteo.

El problema que tiene la campaña de Trump es que la diferencia a favor de Biden en Pensilvania es superior a 45 mil sufragios y nada cambiaría si los 10 mil votos pendientes se cuentan o son anulados.

La campaña también obtuvo la orden de un juez menor que le permitía a sus observadores acercarse más a las máquinas procesadoras de votos en Filadelfia. Y este lunes presentaron una nueva demanda en siete condados por lo que describen como la ilegalidad de un sistema que permite votar con dos estándares. Se quejan de que cerca de 2.600.000 votos enviados por correo no son verificables con el mismo escrutinio estricto aplicado a los votos emitidos en persona. Argumentan que esto permitiría un potencial fraude y supuestas violaciones constitucionales de igualdad y protección ante la ley.  

En Pensilvania es obligatorio hacer un recuento si la diferencia de votos entre los dos candidatos es de 0.5%.

Michigan

Aquí tampoco prosperaron dos demandas para no contar votos por correo por supuestas irregularidades. Los republicanos alegaban que no les permitieron a sus observadores estar presente cuando los funcionarios electorales revisaban y corregían formularios. La normativa del estado permite corregir los formularios si la máquina que los cuenta no los puede leer correctamente por alguna marca adicional o mancha en el papel.

La justicia también desestimó una demanda que establecía que los funcionarios que tabulaban los formularios de votación, los habían obligado a cambiar la fecha de recibido de algunos votos.

Los republicanos también denunciaron la asignación de unos 2 mil votos de su partido a los demócratas. En este caso, las autoridades electorales admitieron que efectivamente hubo un error técnico que temporalmente duplicó los resultados cuando los votos por correo fueron escaneados, pero que la falla se corrigió de inmediato (https://bit.ly/2UhfToe).

Este martes, el equipo legal del presidente presentó otra demanda en Michigan alegando un tratamiento inequitativo para los votantes republicanos, el escrutinio ilegal de votos y un posible problema con el programa de computación que podría cambiar los resultados.

La ventaja de Biden sobre Trump en Michigan es de más de 148 mil votos y hasta ahora no hay evidencias de fraude en tal cantidad de sufragios. En este estado si la diferencia es de 2 mil votos o hay indicios de errores o irregularidades, el recuento es obligatorio.

Georgia

Un juez desestimó, por falta de evidencias, una demanda por 53 sufragios por correo que se habían recibido luego de la hora del cierre de las urnas. Pedían que esos votos por correo se separaran, y presentaron una declaración escrita de un empleado electoral que afirmaba que le parecía haber visto unos votos que llegaron tarde, mezclados indebidamente con los que llegaron a tiempo. Se trataba de apenas unas decenas de votos de un condado. 

Biden le sacó más de 14 mil votos de diferencia a Trump en Georgia, y en este estado, controlado por los republicanos, las propias autoridades electorales han dicho que no han tenido evidencia de fraude. En Georgia habrá un recuento de votos, porque así lo establece la ley cuando la diferencia en el escrutinio es de 0.5%.

Arizona

La campaña republicana le pidió a un juez que prohíba la certificación de los resultados hasta que se haga una revisión manual de los votos en los que se usaron marcadores. Alegaron que la tinta de los marcadores puede salirse de las casillas que hay que marcar y esto puede producir problemas en la máquina lectora como, por ejemplo, la duplicación del voto.

Aquí Biden lleva la delantera con más de 13 mil sufragios. En Arizona es obligatorio hacer un recuento de votos cuando la diferencia es de 0.1%.

Nevada

Presentaron una demanda argumentando que más de 3 mil personas habían votado en forma ilegal, porque ya no vivían en el estado y como evidencia incluyeron las direcciones de 3.062 personas que, según dicen, se mudaron a otros estados. Pero los funcionarios locales afirman que las leyes del estado permite a ciertas personas votar, aun cuando tengan su residencia fuera de Nevada, como, por ejemplo, estudiantes, militares y sus esposas.

La ventaja de Biden es de más de 36 mil votos. En Nevada no se establece un margen de diferencia para pedir un recuento, pero la campaña que lo solicite debe correr con el costo del proceso.

En Wisconsin, si la diferencia de sufragios es menor al 1% se puede pedir un recuento, pero el que lo solicite debe pagarlo. La diferencia a favor de Biden es superior a 36 mil votos y la campaña ya pidió el recuento.

La campaña republicana también le envió al Fiscal General William Barr declaraciones de empleados electorales que detallan algunas irregularidades para que sus denuncias se investiguen.

Nos esperan unas semanas de litigios e incertidumbre. Los recuentos en varios estados no comenzarán hasta que las autoridades electorales certifiquen el resultado final y esto puede llevar el proceso de recuento hasta principios de diciembre. Sin embargo, algunos analistas coinciden en que los recuentos solo representan cambios en apenas unos centenares de votos que no afectarán el resultado final.

Las cuentas no le dan al presidente. Para revertir los resultados, Donald Trump tendría que recuperar más de 71 mil votos en los estados que necesita ganar para asegurarse la reelección. El mandatario requeriría obtener la victoria en tres estados donde triunfó Biden: Pensilvania, Georgia y Arizona.

¿Podría la Corte Suprema de Justicia decidir la elección?

Ya existe el antecedente del año 2000 cuando 37 días de decisiones judiciales y recuentos terminaron con el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia a favor de la victoria de George Bush, quien inicialmente llevaba la delantera en el estado de Florida por unos 1.700 votos. En este caso, el presidente fue elegido por el máximo tribunal en torno a los resultados de un solo estado. Bush solicitó a la Corte que se detuviera el recuento. 

Lo que Trump y su equipo legal buscan es que no se cuenten los votos enviados por correo y para cambiar los resultados, su caso no se limitaría a un estado, sino a varios. Deberán aportar suficientes evidencias que fundamenten un patrón de irregularidades sistemático, como para anular decenas de miles de sufragios que terminen arrebatándole la victoria al demócrata Joe Biden.

Además, antes de ser aceptadas por la Corte Suprema, las demandas deben seguir su curso en cortes inferiores y de apelación. El supuesto fraude masivo no son más que denuncias de algunas irregularidades aisladas sin mayor sustento. Este tipo de incidentes se presentan en las elecciones donde no se ha depurado completamente el padrón electoral, votan homónimos, se violan leyes de propaganda electoral, hay errores humanos al incorporar las cifras o al clasificar los votos, o incluso algún problema técnico.

Pero aún con estos incidentes, en la mayoría de los casos, estos no son suficientes para invalidar gran parte de la elección y revertir el resultado. Ni siquiera los funcionarios republicanos encargados de las elecciones en algunos de los estados con resultados reñidos, han dicho haber encontrado pruebas de fraude.

El presidente está en su derecho de pedir recuentos, como lo establecen las leyes electorales. Lo que no podemos admitir es que quiera engañar al país con más mentiras, haciendo irresponsables acusaciones sin pruebas legítimas que lo respalden.

Donald Trump no ganó las elecciones ni tampoco se ha registrado un fraude masivo. Eso hasta ahora es absolutamente falso. Las controversias se deben resolver antes del 14 de diciembre cuando se reúne el Colegio Electoral para votar por los candidatos ganadores en cada estado. A menos que los republicanos tengan un as guardado bajo la manga, Joe Biden debería obtener más de los 270 votos electorales que le aseguran la presidencia.

Trump, mientras tanto, pretende dejar en el imaginario de la gente la idea de que le robaron las elecciones. Lo preocupante es que lo está logrando. En un sondeo de opinión realizado por Politico / Morning Consult, el 78% de sus seguidores encuestados consideraron que el voto por correo propició un fraude generalizado (https://politi.co/3kgnduP). Esto confirma que una mentira repetida muchas veces se convierte en una verdad para unos cuantos.

Afortunadamente no se puede engañar a tanta gente todo el tiempo. Donald Trump desacreditó el voto por correo al hablar de un fraude generalizado con el que querían hacerle trampa, pero se quedó corto al apostarle a un masivo voto en los centros de votación a pesar de la pandemia. Esa narrativa se ajustaba a su negación de la gravedad del coronavirus. 

En el inventario de declaraciones del presidente figuran un imaginario antídoto desinfectante que se podía inyectar para eliminar el virus del cuerpo, o unos médicos pícaros a quienes les pagaban más dinero si le atribuían la causa de muerte de sus pacientes al Covid-19. Imposible olvidar cuando tildó a unos científicos de estúpidos que no sabían lo que decían, o aquella repetida aseveración de que la curva de contagios estaba disminuyendo cuando las estadísticas indican que nos encontramos en medio de la semana con mayor número de casos desde que comenzó la pandemia.

Y por si fuera poco, cuando los expertos aseguraron que el tapabocas es lo más efectivo para protegerse del coronavirus, el mandatario junto con sus más cercanos colaboradores se negaron a usarlos, sin dar el ejemplo y enviando un mensaje equivocado, como si el uso de mascarillas fuera irrelevante en medio de un virus que desaparecería “como un milagro”.

Donald Trump con sus patrañas ha sido la mayor víctima y el principal responsable de su propio invento.

44 Comments

  1. Buenas noches Patricia .mi familia fue demócrata por muchos años cuando no conocíamos mucho de política entendemos qu Ed la política no es muy del agrado de la gente de bien porque hay muchas oscuras la persona de Trump nunca nos gustó no votamos por el….apartandonos de su personalidad irresistible …nos a sorprendido con las casas que a logrado ” no guerras, los acuerdos de paz de medio Oriente, la política para contra China (economica) la política de inmigración ILEGAL…cambiar las Cortes de tanto liberal estremo no podemos llegar a que el aborto sea hasta los 9 meses please….lo de la Otawn muy bueno…etc es un Loco pero esta haciendo muchas cosas que otros no lo hizieron……piensalo….Biden tiene mucho que explicar ….???

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